Abrir los ojos no quiere decir que esté despierto. ¡Cuántas veces nuestra vida no se sostiene más que de apariencias! Y como dice el viejo y conocido refrán, no todo lo que brilla es oro. Digo esto porque al salir a mi ciudad esta mañana para ver al dentista parecía estar en una calma usual. La ciudad es una de día y otra de noche... pero, yendo un poco más allá, podemos darnos cuenta de que lo mismo sucede con cada ciudad "turística" de nuestro país.
Por un lado, tenemos la parte "bonita" de la ciudad, aquellos sectores que se muestran a los visitantes. Esta zona se caracteriza por tener reminiscencias "coloniales" o "antiguas", o por presumir una "modernidad" alcanzada en los recientes gobiernos. Dentro de esas zonas podemos encontrarnos comercios que triplican el valor de sus productos ya que, claro, están reservados para turistas. También son los espacios públicos donde la gente nativa acostumbra ir y, al menos, caminar un rato, sentarse en un parque, disfrutar.
A no pocos metros encontramos la zona "oscura" de la ciudad. Algunos hombres llenos de palabras (que no de sabiduría) las llaman "cinturones de pobreza", en un inútil intento por: hacer que suene bonito y querer reducir la cruda realidad. El grueso de la población proviene de esas colonias, barrios y multifamiliares. Son los trabajadores, la mano de obra que sire a los señores turistas que nos favorecen con sus billetes verdes.
Hay dos ciudades de Oaxaca. Una de día: turística y llena de un jolgorio falso que alimentamos nosotros mismos. Otra de noche: que no ve la luz, el agua y otros servicios. A la primera se le atiende y se le sirve puntualmente porque creemos que sin ella no seríamos nada. A la otra no le damos importancia porque los que viven en ella no son nadie. El mismo fenómeno ocurre en cada sitio turístico del país. Y no se restringe a los lugares de visita, ni al país.
La ironía se plantea al final del día, cuando los hombres dejan los trajes elegantes prestados y vuelven con sus viejas ropas a sus no tan nuevas casas a dormir. Porque los que gozan de todos los lujos, no viven en sus palacios por temor, un miedo que sus propias inseguridades y remordimientos tal vez crean. Así, el pobre que se amarra duerme ceñido al cuerpo de su mujer y cobijado por sus hijos. El rico, en cambio, muere congelado bajo sus sábanas de satén refinado.
Sólo planteo una pregunta a esta altura: ¿es eso un consuelo? Yo digo que no. Porque a final de cuentas los seres humanos somos iguales unos con otros; deberíamos ser tratados así, con el mismo respeto, la misma atención. El poder nos corrompe y deshumaniza nuestras sociedades. Cada vez más el abismo entre los que tienen y los que mantienen es mayor.
Vivimos en ciudades hipócritas, habitadas por sociedades falsas, no mejores que las victorianas. Nuestra doble moral es horrenda. Y vamos perdiendo poco a poco el sentido de los términos: "calidad de vida", "dignidad humana", "respeto a la vida". Nos quedamos sentados viendo sin hacer nada. A los que hacen los tachamos de apestados y seres convulsionados.
Sí, tener los ojos abiertos no significa necesariamente estar despierto. Vivimos en la misma situación que Platón dibujó en su mito de la caverna. Pero lo peor es que ellos no sabían. ¿y nosotros?
Por un lado, tenemos la parte "bonita" de la ciudad, aquellos sectores que se muestran a los visitantes. Esta zona se caracteriza por tener reminiscencias "coloniales" o "antiguas", o por presumir una "modernidad" alcanzada en los recientes gobiernos. Dentro de esas zonas podemos encontrarnos comercios que triplican el valor de sus productos ya que, claro, están reservados para turistas. También son los espacios públicos donde la gente nativa acostumbra ir y, al menos, caminar un rato, sentarse en un parque, disfrutar.
A no pocos metros encontramos la zona "oscura" de la ciudad. Algunos hombres llenos de palabras (que no de sabiduría) las llaman "cinturones de pobreza", en un inútil intento por: hacer que suene bonito y querer reducir la cruda realidad. El grueso de la población proviene de esas colonias, barrios y multifamiliares. Son los trabajadores, la mano de obra que sire a los señores turistas que nos favorecen con sus billetes verdes.
Hay dos ciudades de Oaxaca. Una de día: turística y llena de un jolgorio falso que alimentamos nosotros mismos. Otra de noche: que no ve la luz, el agua y otros servicios. A la primera se le atiende y se le sirve puntualmente porque creemos que sin ella no seríamos nada. A la otra no le damos importancia porque los que viven en ella no son nadie. El mismo fenómeno ocurre en cada sitio turístico del país. Y no se restringe a los lugares de visita, ni al país.
La ironía se plantea al final del día, cuando los hombres dejan los trajes elegantes prestados y vuelven con sus viejas ropas a sus no tan nuevas casas a dormir. Porque los que gozan de todos los lujos, no viven en sus palacios por temor, un miedo que sus propias inseguridades y remordimientos tal vez crean. Así, el pobre que se amarra duerme ceñido al cuerpo de su mujer y cobijado por sus hijos. El rico, en cambio, muere congelado bajo sus sábanas de satén refinado.
Sólo planteo una pregunta a esta altura: ¿es eso un consuelo? Yo digo que no. Porque a final de cuentas los seres humanos somos iguales unos con otros; deberíamos ser tratados así, con el mismo respeto, la misma atención. El poder nos corrompe y deshumaniza nuestras sociedades. Cada vez más el abismo entre los que tienen y los que mantienen es mayor.
Vivimos en ciudades hipócritas, habitadas por sociedades falsas, no mejores que las victorianas. Nuestra doble moral es horrenda. Y vamos perdiendo poco a poco el sentido de los términos: "calidad de vida", "dignidad humana", "respeto a la vida". Nos quedamos sentados viendo sin hacer nada. A los que hacen los tachamos de apestados y seres convulsionados.
Sí, tener los ojos abiertos no significa necesariamente estar despierto. Vivimos en la misma situación que Platón dibujó en su mito de la caverna. Pero lo peor es que ellos no sabían. ¿y nosotros?
2 comentarios:
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Antes que nada, gracias por invitarme y formar parte de ACADEMOS, gracias a Mons Otto por hacerm la invitación y a Mons Varo por la bienvenida y haberm nombrado Mons Daniel, me late.
Pues este post es muy interesante y la verdad amplio de criticar y comentar, es cierto que vivimos azotados por los políticos y esa gente de gobierno que solo llevan día con día a la derroca del país, nosotros no hacemos nada por detener las injusticias, la corrupción, los sobornos, y un sin fin de sucias maniobras realizadas por gente de poder.
Existieron pocos valientes que quisieron cambiar el rumbo del país, pero como en las novelas, tuvieron una muerte cruda y el no cumplimiento de sus proyectos y estilos de cambio, lo mas triste es que nadie se atrevió a seguir sus pasos, quien lleva el deseo de cambiar a su tierra teniendo el poder, para bien, es invadido de comodidades y es llevado a un proceso de lavado de cerebro”, es cuento de nunca acabar, es ingresado al clan de los corruptos, la misma situación es de crisis y nadie puede contenerse a no robar, es un ciclo infinito, por eso estamos como estamos, la rutina de muchas personas es difícil de cambiar, sin embargo hoy en día un claro propósito de un cambio, que no se en que terminará, es el de Oaxaca y otras ciudades, no ingreso mas en el tema porque es otro.
Ay otra cuestión que a mi me incomoda, decimos que existe gente pobre, no tienen para comer, viven de lo que pueden, son reprimidos, los llamamos “pobres”, “pobrecitos”, me da mucha tristeza que si exista la pobreza, ¡!pero hasta cuando esos pobres van a dejar de serlo, no entiendo algo, porque no dejan de ser ignorantes, todos tenemos la misma capacidad de razonamiento, excepto que tengamos alguna deficiencia, todos podemos progresar, porque no dejan de tener hijos como conejos, eso es fácil de pensar, porque a través de tantos años no se dan cuenta de que, si tienen mas hijos estarán mas jodidos, porque veo en las calles chavos, o gente que tiene todas las partes de su cuerpo, no de gran edad, pidiendo limosna, carajo, se sufre para ganar unos centavos, pero se logra trabajando, no se necesita tener estudios para aprender algún oficio nunca es tarde para aprender, conozco muchos medios en los que ay muchísimo trabajo y no van porque es pesado porque ya les gusto estar atenidos a lo que les den.
Uf estoy sudando existe de todo, pero si no empezamos por cada quien hacer conciencia y empezar a cambiar personalmente, no cambiara nada y todo será así para siempre.
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Continuando con sus opiniones, queridos amigos, he de decir que más allá del problema "político" que subyace, existe un problema mayor. Este es el de la actitud.
Vivimos en una sociedad demasiado conforme, acomodada y dispuesta a seguir quejándose del statu quo sin tener la menor intensión de cambiarla.
Qué pena, decirmos... ni modo, agregamos. O bien caemos con el primer pillo disfrazado de mecenas que nos salga al paso. Ah, eso sí, cuando las cosas nos salen bien, lo culpamos a él, no a nosotros.
En fin... mientras mis dos ciudades existen.
Un abrazo fraterno
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