Entre la bruma y el sol que anuncia que la luz no es más que lo que vemos de ella, o sea el color que imaginamos en nuestras mentes y tensamos con el corazón; cruzamos las aguas del Danubio hasta llegar donde cualquiera pudo, pero nadie se atrevió. Era un recodo sencillo, una historia simple y tal vez algo menos que contable, pero ahí estábamos.
Aquél era un mágico lugar, que nos hablaba desde el silencio del remanso de sus aguas. Creímos estar vivos sólo por un momento.
Aquél era un mágico lugar, que nos hablaba desde el silencio del remanso de sus aguas. Creímos estar vivos sólo por un momento.
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